Los aviones
(cuento fantástico)
Lo que más recuerdo de mi infancia son dos pequeños aviones, que encontré sobre el banco de una plaza. Cuando los vi, me quedé observándolos por un rato antes de llevármelos porque no comprendía cómo estaban allí como esperándome, un regalo de alguien que supiera que me gustaban tanto.
Los llevé a mi casa y toda la tarde jugaba con ellos viajando a todos los lugares más bellos e increíbles que puedan imaginarse. Conocí lindos paisajes, personas de diferentes orígenes, nunca me detenía a pesar de donde habrían salido esos aviones, ya que yo disfrutaba recorriendo el mundo con ellos.
Hasta que un día como todas las noches, llevaba mis aviones a mi mesita de luz para dormir, y tuve un sueño que parecía muy real, había una señora que me marcaba una ruta para seguir con mis aviones, una ruta que nunca había seguido.
Emprendí ese viaje y al llegar a mi destino descubrí que esa mujer a la que me acerqué temerosamente era mi madre, que había dejado esos aviones para que en algunos de ellos fantásticos viajes pudiera conocerla.
Emprendí ese viaje y al llegar a mi destino descubrí que esa mujer a la que me acerqué temerosamente era mi madre, que había dejado esos aviones para que en algunos de ellos fantásticos viajes pudiera conocerla.
ROMINA
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