lunes, 29 de agosto de 2011

El robo (Florencia Cañete)


El robo
(Cuento: ficcionalización del recuerdo)

         Al despertar Juan a la mañana, lo primero que hizo fue desayunar con su esposa Juana. Luego se fue a trabajar. Trabaja en una empresa.
         Esa mañana era un día llovioso, era un día muy feo. Fue a esperar el tren como todas las mañanas y presintió que alguien lo seguía. Estaba muy nervioso y al bajarse del tren lo primero que hizo fue directo al trabajo, pensó que iba sucederle algo malo, pero al final no pasó nada.
         Al día siguiente ocurrió lo mismo; un hombre, el mismo del día anterior, lo siguió hasta el trabajo. Llamó a su esposa y le contó lo sucedido. El miedo de Juana era mucho, entonces decidió acompañarlo; como ellos eran una familia pequeña y con mucho dinero, pensaban que lo único que querían era robarles plata.
         Al volver Juana de acompañar a Juan del trabajo, se topó con el hombre que la estaba esperando, pero al final no fue como ellos pensaban. El hombre era el hermano de Juan, él no sabía que tenía un hermano, sus padres nunca se lo dijeron. Charló con Juana para pedirle ayuda, para hablar con él y contarle la verdad. Juana ya estaba tranquila y contenta de saber que su marido, que creía ser hijo único, iba a poder sentir la presencia de un hermano y lo que se sentiría…
         Llegó el día en que Juana había invitado a este hombre a la casa, y Juan siempre desconfiado de todo menos de su esposa… Al llegar el supuesto hermano, lo primero que hizo el hombre fue sacar una pistola y decirles que le dieran toda la plata porque si no iban a morir. Los ató, les tapó la boca con una cinta y les sacó  todas las cosas de gran valor, que ellos con mucho trabajo consiguieron.
         El ladrón no se dio cuenta de que Juan tenía el celular escondido y en un momento que se distrajo, llamó a la policía. Tardó unos diez minutos pero llegaron y atraparon al ladrón. Aprendieron una lección de que por más conmovedora que pueda ser una historia que otra persona nos cuente, nunca hay que confiar en alguien que no conocemos. Por suerte ellos siguieron adelante, tranquilos, sin que nadie los lastime ni moleste y, por supuesto, con una familia que iba creciendo.
         Juana estaba de siete meses… se iba a llamar “Juancito”.

                                                                              Florencia Cañete


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