QUERANDÍ
En el año 1989 llegué a
este barrio con mi marido; un hombre bueno, generoso y que luchaba por lo que
quería. También, tenía una nena de tres años y un bebé de un mes.
El lugar era un terreno fiscal, muy humilde,
casi no había casas, y si las había no eran precisamente casas, más bien eran
"casillas", allí colocamos una prefabricada; lindando a una antigua
casa, donde vivía un hombre solo que era apicultor; nadie quería vivir al lado
de este por miedo a las abejas ya que tenía muchas.
- Cuidado, dicen que ese hombre está loco- Advirtió una vecina.
-Gracias -Dijo ella con una expresión algo triste.
***
En ese entonces, no había
agua corriente; teníamos que acarrear agua de una cancha que estaba en frente,
donde había una canilla.
-Estoy cansada de acarrear agua- dijo mientras se dejaba caer sobre la
cama.
- Yo también lo estoy pero tenemos que ser fuertes, ya vamos a salir a
delante- dijo él sentándose a su lado.
***
Cada noche, ellos, le contaban a su pequeña
hija cuentos lindos, sobre princesas que vivían en castillos con lindos príncipes
y quienes eran muy felices; también le decían que ella algún día podría ser
como las protagonistas de los cuentos.
Se tenían uno al otro y
eso era lo único que los mantenía fuertes para levantarse cada día
- Te prometo que las cosas van a cambiar, que vamos a ser realmente
felices, que a nuestros hijos no les va a faltar nada y a nosotros tampoco.
¿Ser felices?- preguntó ella
-Sí- afirmó él
-Yo soy feliz, mientras estemos juntos y con nuestros hijos tengo todo
lo que quiero, lo material va y viene en cambio, el amor que nos tenemos es
eterno.
-Lo sé pero, hay que admitirlo, seríamos un poco más felices con las
cosas que realmente necesitamos.
***
Al poco tiempo llegaron unas familias con las
cuales hicimos amistad y fuimos a pedir que nos pongan la luz, ya que era
complicado vivir de esa manera, costó mucho conseguirlo pero de alguna manera u
otra logramos que se pongan los medidores. (Año 1995)*
-Al fin tenemos los medidores y los postes de luz- comentó una vecina.
- ¡Sí!-afirmó ella.- Valió la pena luchar tanto.
***
Al
pasar el tiempo, fueron llegando más personas, y podría decirse que para
"los nuevos vecinos" la situación no era tan difícil como para ellos ya
que había muchas cosas que antes no, el lugar ya no estaba tan deshabitado y
eso mejoraba un poco la situación.
Actualmente, ellos,
tienen agua corriente, están empezando a ponerles el sistema cloacal y pronto
tendrán asfalto.
***
Hoy, a 25 años de nuestra
llegada, tenemos una bonita casa de material, al igual que la mayoría del
barrio. Unos hijos grandiosos con sueños y metas por cumplir; que saben que en
la vida nada es fácil y que siempre tienen que luchar para lograr lo que se
propongan. Y sobre todo saben que tienen que estar unidos siempre y amarse a
pesar de todos los problemas.
Milagros Figueredo
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