miércoles, 12 de septiembre de 2012

Cuento: La búsqueda del joven de la guerra; de Federico Poublan


La búsqueda del joven de la guerra

     En una época de guerra, “1939-1945”. Durante la segunda guerra mundial, Michael, un niño de 7 años, vivía con su familia constantemente escondida por el miedo a verse envueltos en la batalla. La familia de Michael era su madre, su hermano mayor de 25 años y sus dos hermanas de 9, su padre era un soldado participante de la guerra que había muerto al pisar una mina en el bosque.

     Era en el año 1943 y ya habían pasado dos años desde ese suceso. Marta (la madre de Michael) le había dicho a sus hijos que algún día irían a América a disfrutar de la vida (ellos pensaban cómo saldrían de España con esta guerra), pero al ver los ojos de su madre tan llenos de esperanza se guardaban para sí mismos sus dudas.


     En agosto de 1943 un barco zarpaba hacia América con la gente refugiada de la guerra, Marta, María, Laura (las hermanas de Michael), su hermano Esteban y Michael vieron la oportunidad y se fueron.

    Al llegar, Marta, María y Laura subieron, Michael y Esteban se despedían de su hogar cuando, de repente, sonidos de disparos y bombas aparecieron. El barco zarpó ante eso, dejando a los chicos en ese lugar.


     Mientras este se alejaba con la madre y sus hermanas gritó: “No importa cuánto tarde, juro sobre la tumba de nuestro padre que algún día iremos a América con ustedes”, luego de eso Esteban tomó a Michael del brazo y se fueron de allí.

     Pasaron 20 años, Michael era un adulto trabajador, su hermano Esteban había muerto de cáncer dos meses atrás. El muchacho constantemente recordaba lo ocurrido en su niñez y en especial la promesa de su hermano. Finalmente se armó de valor, inmigró a América.


     Al llegar e instalarse allá comenzó su búsqueda. Michael se pasó casi dos años en América tratando de encontrar a su familia pero sin ningún resultado.

    Las terribles ideas comenzaron, que tal si la guerra provocó su muerte, y si se fueron de América a otra parte del mundo (tal vez deba rendirme…), pero en eso recordó la promesa de su hermano: "No importa cuánto tarde"… ¿en qué estoy pensando? Dijo. Juro sobre la tumba de nuestro padre. ¡No puedo rendirme, no ahora! Algún día iremos con ustedes- hermano, juro tu tumba y sobre la de nuestro padre, que cumpliré tu promesa.

     Comenzó su búsqueda a fondo y un día mientras estaba sentado en una plaza, una joven mujer se sentó a su lado (ella trabajaba en un asilo), él se llevó muy bien con aquella mujer y de repente Michael se dijo: “Mi madre debe tener 80 años, me pregunto si sigue viva y si estará en un asilo”, este le pidió que le hiciera una lista con los asilos del lugar y ella se los dio (eran tres). Luego de dos fracasos, visitó el último y en la lista de los internos estaba ella, su madre.


   Fue a su habitación y allí estaba junto a sus dos hermanas, el se echó a llorar y de inmediato entró. Casi al instante de decir “Hola, ¿me recuerdan? Soy Michael”, su madre y sus hermanas se pusieron a llorar con él. En ese momento tan feliz se acordó de todo lo que vivió y lo único que pudo decir fue “Esteban, padre, lo hice por ustedes. Las encontré, lo hice (descansen en paz donde quieran que estén, algún día estaremos todos juntos otra vez)”. Luego de eso, les hizo su propia promesa a sus hermanas y a su madre “Aunque volvamos a estar en guerra, no entraré en pánico y no importa lo que pase, nunca pero nunca volveré a alejarme de ustedes”. 

                     Federico Poublan

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